Las mentes de los niños absorben los detalles de este mundo con extrema avidez. Sus curiosos cerebros buscan explicaciones para todo y nos llenan de preguntas acerca de los fenómenos que observan. Sin duda que la niñez es una de las etapas más hermosas y cautivantes de la experiencia humana. La capacidad de maravillarse, tan propia de esta época de la vida, se pierde progresivamente a medida que la persona se hace mayor. Pero hay quienes mantienen esa curiosidad natural siempre presente durante toda su vida y hacen de ella su principal herramienta de trabajo. Son científicos, es decir, “adultos con mentes de niños”. Entonces surge una cuestión de importancia radical: si un científico piensa como niño (es decir, “curiosea”), ¿por qué no hacer que los niños usen las herramientas de los científicos? Esa es la motivación de los organizadores del Club.
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